miércoles, 6 de octubre de 2010

¿Por qué un perfume que siempre nos gustó, dejamos de utilizarlo para siempre?

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Llevamos un perfume determinado porque nos encanta, nos gusta cómo nos hace sentir, y define nuestra personalidad. Lo llevamos muy a menudo, a veces cada día, a veces cada noche, o cada verano o invierno. Un buen día nos damos cuenta de que hace semanas que no lo llevamos, que lo hemos dejado de lado en una esquina del armario, de la cómoda, o sobre nuestro tocador. Oh, allí está, no me acordaba, no me lo voy a poner. Ya no me gusta. Lo encuentro… no sé, simplemente ya no me gusta. Y nunca más lo volvemos a llevar, mientras que por dentro sentimos que lo hemos traicionado o abandonado de alguna forma, en detrimento de novedades o de perfumes que antes no conocíamos.
¿Cuáles son los motivos que nos llevan a abandonar un perfume que ha sido durante tanto tiempo nuestro aliado?
Pues bien, las respuestas obedecen a muchas causas y no todas se parecen en absoluto.
Una de las causas más frecuentes es nuestro propio pH. Cada cierto tiempo, nuestro metabolismo sufre un cambio debido a múltiples factores: forma de vida, cambios en la estructura glandular, ciertas enfermedades que antes no existían, o enfermedades que han remitido pero que de alguna forma han cambiado poco o mucho nuestro metabolismo. Por ello, al aplicar un perfume, nos podemos dar cuenta que, de repente, ya no huele igual que antes sobre nuestra piel, como si algo hubiese cambiado. El perfume no ha cambiado. Nosotros hemos cambiado.
Otra causa puede tener conexión con nuestra persona, y por ello es una causa psicológica. Un perfume es muchas veces “algo que necesitamos” para hacernos completos en nuestra psique. Al cabo del tiempo, de experiencias adquiridas, de etapas superadas, nos damos cuenta de que aquel perfume que tanto nos gustaba nos parece infantil, o carente de encanto. Es nuestra percepción que nos está diciendo que aquello que nos evocaba aquel perfume ya forma parte de nuestra personalidad, o que aquello que nos hacía sentir, simplemente ya no lo necesitamos. Los perfumes son medios para encontrarnos a nosotros mismos, además de perfumarnos y hacernos sentir bien, claro está. Recuerdo que durante un tiempo usé Vent Vert de Balmain. Pasados unos años no me veía a mí misma utilizándolo, y, quizás ahora, sí me gustaría de nuevo llevarlo, pero no creo que sea el caso.


Es posible que algo haya ocurrido asociado a este perfume, que en nuestro recuerdo no se nos aparece grato. Recuerdo que durante un tiempo utilizaba Jardins de Bagatelle, de Guerlain. Mi primer encuentro con este perfume fue a través de un pañuelo de seda. Era un pañuelo pequeño, para el bolso, precioso, con un estampado sutil del anuncio que entonces era la publicidad de este perfume: Una joven en un campo lleno de flores: flores que bailaban al compás de su caminar. Mi padre me había regalado un dinero para que me comprase algo que me gustase y en la perfumería Zarranz , lugar que recuerdo con cariño y altamente profesional, encontré lo que buscaba. Lo utilicé mucho tiempo, creo que cerca de nueve o diez años, alternándolo con otros perfumes. Y sentía que Jardins de Bagatelle era yo misma.
Pero cuando fui a vivir a un país muy cálido y húmedo, una mañana en el centro de la ciudad, soportando un calor terrible, y creo que en ayunas, entré en una perfumería y allí vi el frasco de promoción. Vaporicé sobre mi muñeca, lo olí y me trajo muchos recuerdos felices. Al salir a la calle, el gentío y el calor eran insoportables. El olor se transformó en algo terrible, era demasiado denso, me mareó y me sorprendió negativamente. Quizás a todo esto se añadieron las presiones políticas por las que pasaba el país y que tan negativamente influían en nuestro vida de entonces. Y a causa de aquel mal rato, nunca más lo he vuelto a utilizar.

Una causa muy natural es la que nos provoca un recuerdo de alguien que solía regalarnos un perfume en particular. En mi caso esto se asocia con un perfume exquisito, Anaïs Anaïs. Siempre recibía Anaïs Anaïs, en múltiples ocasiones, y por una misma persona. A veces tenía varios frascos sin abrir. Pero me encantaba utilizarlo. Cuando la historia de amor terminó, poco a poco dejé de sentir cariño hacia esta fragancia, tanto como a la persona que me los regalaba. Y por supuesto hoy tampoco lo utilizaría si alguien me lo regalase.
Otra causa a tener en cuenta y que puede decir mucho sobre nosotros en un cierto momento de nuestra vida es la fidelidad que termina tan pronto como nos quedamos prendados por otro perfume. Y éste último tiene también los días contados, para ser relevado por otro, y más tarde por otro y así sucesivamente. En este caso quizás esta forma de ser hacia los perfumes nos esté indicando que, o bien no somos fieles a nosotros mismos, a nuestros conceptos e ideas, o bien que no somos fieles a los demás, sean éstos amigos, o personas que amamos. Es posible que apliquemos a los perfumes nuestra forma de actuar a nivel personal. Algo que es interesante anotar.
Perfumes que me encantaba utilizar y que ya no uso:
Vent Vert. Pierre Balmain (Pero un diez para Ivoire de Balmain)
Anaïs Anaïs, de Cacharel. (Pero siempre me ha gustado Eden)
Jardins de Bagatelle (pero ¿qué tengo que decir de Shalimar, mi perfume favorito?)
Coco Mademoiselle y Chanel nª19 (en cambio, Coco, Cristalle, Chanel Nº 5… son para siempre)
Me dejo alguno más, pero no los recuerdo ahora mismo. Tampoco creo que hayan sido tantos, pero otro día hablaré de mis favoritos.
Y, ya para terminar este artículo, en mi opinión existe una profunda causa por la que, de repente, ya no nos guste un perfume: es un misterio difícil de resolver. Es un misterio. Como lo es un perfume; Un misterio infinito.

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