

Los Perfumistas, Rodolphe Ernst (1854-1932)
La voz perfume puede usarse para denotar los efluvios volátiles que afectan al sentido del olfato, o la sustancia misma que produce estos efluvios; esta es la significación más clara de dicha voz. Compónense la mayor parte de los perfumes de almizcle, ambargris, algalia, palo de rosa y de cedro, azahar, jazmín, junquillo, jacinto oriental y otras flores olorosas. Drogas aromáticas entran también en la composición de los perfumes, tales como estoraque, incienso, benjuí, macis, clavo, etc., mientras que algunos se componen de hierbas y hojas olorosas, como el romero, la mejorana, la salvia, el tomillo y el hisopo. No siendo el clima de Egipto favorable a la producción de las plantas de las cuales se extraen los mejores perfumes, al paso que eran sumamente estimados en aquel país por el mucho uso que se hacía de ellos para embalsamar a los muertos, es claro que la importación de estos perfumes debió ser materia de mucha importancia. Para embalsamar usaban mirra, aloe y otras drogas astringentes; pero el modo que tenían de combinar estos ingredientes, y el método de usarlos es hoy muy poco conocido.Se hace frecuente mención en la biblia de un bálsamo precioso sacado de un arbusto, el cual crecía solo en dos puntos de Judea. cuando fresco formaba un aceite de color pálido, pero guardándolo se convertía en una goma rojiza. Los árboles que destilaban esta goma eran custodiados con religioso cuidado en cercas construidas al efecto, reservando su producto para el uso exclusivo de los reyes de Israel. Una de estas cercas contenía sobre diez y siente fanegadas de superficie, y sin embargo no producían entre ambas más que unas catorce azumbres de savia aromática en un año favorable. El modo usual de obtenerla era hacer incisiones en el arbusto; pero la que brotaba naturalmente por las rendijas del tronco se consideraba infinitamente superior.

El incienso era muy estimado por los judíos y formaba siempre parte de sus ofrendas como uno de los tesoros más preciosos que poseían. Los gentiles hacían asimismo uso de él para el culto de sus dioses y en la quema de los cuerpos sobre las hogueras fúnebres. Cuando Alejandro el grande era todavía niño, dicen que arrojaba inciensos sobre el altar con mano tan liberal que su preceptor Leónidas le dijo: “Señor no debierais usar el incienso con tal profusión hasta haber conquistado el país que lo produce.” El joven príncipe no olvidó esta reconvención, y cuando llegó a conquistar la Arabia, envió un buque cargado de incienso a Leónidas con encargo de que lo usase liberalmente en los altares cuando se hicieran sacrificios a los dioses.

Los árboles que producían el incienso crecían solamente en aquella parte de la arabia que habitaban los Sabinos, y las leyes relativas a su cultivo y a la venta del incienso eran muy estrictas. Una décima parte del producto de los árboles pasaba a manos de los sacerdotes para el servicio del culto, y lo restante era sobrecargado con fuertes derechos por el rey y sus ministros, así que el pequeño residuo que salía del país se vendía a precios muy exorbitantes siendo proporcionalmente estimado por las naciones que participaba de él. Vemos que el incienso fue una de las ofrendas que presentaron los reyes de oriente al nacimiento del hijo de Dios, de donde se colige que ya por entonces lo consideraban como una de las producciones más preciosas de la tierra. Es muy antigua la costumbre de acercarse a los reyes y otras personas eminentes con presentes de oro y especias. El patriarca Jacob mandó a sus hijos que preparasen un regalo compuesto de los mejores frutos de su país, con bálsamo y miel, especias y mirra, nueces y almendras, a fin de propiciar al temido gobernador de Egipto.
No se sabe con certeza en qué época se hizo general el uso de los perfumes entre los griegos, pero parece probable que imitaron en esto a los persas. Ricos perfumes y preciosos aceites formaban parte de los tesoros que halló Alejandro en el campo de Darío, y es probable que por este medio se familiarizasen más los griegos con estos artículos de lujo de lo que anteriormente lo estaban. El uso de los perfumes pasó muy luego de Grecia a Roma, y fue tanto el abuso que allí se hacía de ellos que vemos a Plinio lamentarse de su introducción en el ejército donde hasta los estandartes y águilas imperiales eran perfumadas, “como si se quisiera recompensarlas por haber conquistado el mundo.” El emperador Nerón, dícese haber hecho un uso excesivo de perfumes, y que en la pira fúnebre de su esposa Popea consumió más incienso del que podía producir en un año toda la Arabia.
El uso moderno de los perfumes es mucho más limitado que el de los antiguos, como que no forman una parte tan esencial de los ritos religiosos, ni son tan indispensables en la vida social como lo eran entonces. Sin embargo el goce que ocasionan es tal vez mayor en el día que lo ha sido nunca, por la razón misma de usarse con más moderación y porque el modo de prepararlos es mucho más perfecto, hallándose su uso más difundido en todas las clases de la sociedad. La adquisición de perfumes debe haber sido muy costosa cuando las comunicaciones entre los diferentes países era tardía, y así lo comprueban los escritos de los autores antiguos, de los cuales se deduce que solo las personas opulentas los usaban con profusión, al paso que la clase media disfrutaba de ellos proporcionalmente menos que la de nuestros días.

El perfume más costoso en el día es la sustancia conocida con el nombre de atar u otto de rosas. Lo usan constantemente en las audiencias de los grandes de la India, y despide una fragancia deliciosa muy superior a la del aceite esencial, o esencia de rosa. El aceite que dan varias maderas olorosas, así como las maderas mismas, son de uso constante en la perfumería. Las especias rinden también el tributo de su aromático olor, y las frutas y flores (las primeras por la compresión de sus mondas o cáscaras, las segundas por la destilación de sus pétalos) contribuyen con sus dulces jugos a deleitar nuestro olfato. Empléanse asimismo sustancias animales olorosas con el mismo objeto, pero estas son generalmente demasiado fuertes para usarlas solas. El almizcle, la algalia y el ambargris, obtenidas todas de animales, pueden con dificultad usarse sin mezclarlas con otras sustancias que las neutralicen; aunque combinadas en pequeña cantidad con perfumes vegetales exhalan una fragancia exquisita.
Los perfumes son más bien saludables que nocivos usándolos con moderación. Dícese que contribuyen a elevar el espíritu, resultado que no deja de ser probable atendía la sensación de placer que generalmente causan. Debe sin embargo cuidarse muy particularmente de ventilar las habitaciones perfumadas, pues el aire en ellas se vicia muy pronto y se hace nocivo a la respiración. El mismo grado de atención se requiere para que el uso personal de los perfumes sea saludable y grato: a ellos debe siempre acompañar una extraordinaria limpieza: si falta esta, la presencia de los olores más fragantes es desagradable y aun perjudicial.
Habiendo tratado en este artículo de la parte histórica de los perfumes, daremos en uno de los números siguientes algunas nociones sobre la práctica de la perfumería, poniendo a nuestros amables lectoras en posesión de algunos de los secretos de un arte que tan oportunamente emplean para dar nuevo realce a sus atractivos naturales.
EL INSTRUCTOR. n. 74
Febrero, 1840
Londres: En la Imprenta de Carlos Wood, Poppin´s Court, Fleet Street