Se requirió de las fuerzas más elementales y de las más poderosas de la naturaleza para forjar la tierra mística de Dhofar. Por una casualidad geográfica, durante la estación del monzón del suroeste, nubes cargadas de humedad cruzan el tormentoso mar Arábigo hacia las orillas de Dhofar. Aquí, son capturadas por las montañas y condensadas en una fina bruma que transforma la tierra del desierto en un exuberante jardín tropical de imposible belleza. Más allá de las densas tierras de bosques y bordeando las alturas se encuentra un árido estrecho de tierra, conocido desde tiempos antiguos como el Najd, donde los famosos árboles de incienso de Omán crecen en pequeños bosques. Los árboles guardan una preciosa y aromática resina que es quemada sobre ardientes brasas para que exhalen en forma de nubes de fragancia.
martes, 14 de septiembre de 2010
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