Detengámonos por un momento en la historia, la cual nos lleva por andaduras insospechadas, y fijemos nuestros ojos en la ilustración de lo que se ha venido denominando a lo largo de los siglos el "Lachrymatorium" o "Frasco de Lágrimas", por los coleccionistas de antigüedades. Existía la "costumbre" en Roma y en el Medio Oriente de contener lágrimas en recipientes y preservarlas en frascos ligeros en forma de túnel, especialmente en el cuello de los mismos. Un libro escrito en 1868 por W. M. Thompson, titulado "La Tierra y el Libro" nos da cuenta de ello en la página 103. También existe otro libro, esta vez de Albert Barnes, con el título " El Libro de los Salmos, notas sobre el Antiguo Testamento", páginas 128 y 129 que también procuran información al respecto. Efectivamente, existe un salmo que dice más o menos así: "Ten piedad de mí, Dios mío, porque el hombre me tragará.... Tú cuentas mis búsquedas; pones mis lágrimas en una botella; ¿no están ellas en Tu Libro? (Salmo 56:8)
Todavía hoy pueden encontrarse los llamados "Lachrymatory" de épocas tan remotas como cien años antes de la era cristiana. Pero.... quizás existan frascos todavía más antiguos, guardados como reliquias sin precio, sin venta, sin deseos de desprendimiento por parte de sus dueños, por razones que se desconocen.
La práctica se remonta a más de 3.000 años y era muy común en las antiguas sociedades del Medio Oriente. Incluso hoy en día se siguen produciendo en aquellas regiones, aunque más por motivos decorativos que por otras causas. La costumbre prevaleció en la antigua época romana, cuando los que lloraban a sus seres queridos muertos o desaparecidos llenaban pequeños recipientes con sus lágrimas y los instalaban en sus tumbas como símbolo de amor y respeto. A veces, se le pagaba a alguna mujer para que llorase "en los lachrymatory" al ritmo que caminaba a lo largo de la procesión de un entierro. Cuanta más angustia y lágrimas producían, más importante y valiosa sería la persona a la que se iba a enterrar.
Siguiendo con el Antiguo Testamento, existe una referencia sobre recoger lágrimas en una botella (Salmo 56:8) ya citado anteriormente. Y David ruega a Dios lo que hemos mencionado. La creencia de que Dios mantiene una lista del dolor humano y de los sufrimientos y siempre recuerda nuestras tristezas y llanto. El salmo en cuestión se sitúa cerca del 1020 antes de la era cristiana.
Las "botellas de lágrimas" reaparecieron en el periodo situado en el siglo XIX (lágrimas por los amados que mueren, frascos bellamente decorados con plata y peltre. Tapones especiales permitían que las lágrimas se evaporasen. Y cuando éstas desaparecían, el período de duelo se consideraba terminado. En tiempos del la Guerra de Secesión Norteamericana, las mujeres las utilizaban hasta el regreso de sus esposos.
Se dice que " La Verdad y las Lágrimas limpian nuestro camino en vistas a una profunda y duradera amistad." Y por ello, los "Lachrymatore" poseen un poder emocional tan grande.
Las botellas de lágrimas de cien años antes de la era cristiana todavía siguen existiendo y son vendidas y subastadas ocasionalmente por los marchantes de arte. Pero los faraones egipcios también eran enterrados con tales frascos.... los lachrymatory que, según se dice, ya no pueden encontrarse.
Los frascos helenísticos del siglo II antes de la era cristiana cambiaron en dimensiones, se convirtieron en algo más largos y estilizados, unos 11 a 25 centímetros de alto. En la época Victoriana, que duró algo más de 63 años, de 1837 a 1901, resurgió el interés por tales frascos, aunque la palabra más adecuada sería fascinación. Y tanto se fabricaban para mujeres (la botella como en otros tiempos) , como para hombres (que también saben llorar), en forma de cigarrillo.
Pero los "Lachrymatore" de los tiempos romanos fueron siempre los más hermosos, cubiertos de bandas doradas y reposando en cestillos de peltre. Normalmente, cuatro finas bandas afiligranadas recubrían la hermosa pieza. El cestillo mostraba un frasco de vidrio de un profundo azul cobalto la mayoría de las veces, y su base era de níquel y plata con filigranas. Su tapón especial a veces lograba reducir la evaporación de las lágrimas, así que uno puede imaginar historias amorosas, tristes, sensuales, donde todavía hoy se podría saborear el gusto amargo y salado de seres que murieron hace siglos, aunque lo único que físicamente perdura de ellos sean "sus lágrimas".
©Carmen Garrido
miércoles, 22 de septiembre de 2010
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